domingo, 10 de julio de 2011

Antonio Rioseco

Primer acto


Por qué esta apuesta
me preguntaba
si cuando tenía seis años
partí sin más rumbo
que una escalera puesta
hacia una derrota
de la que aún sigo
recogiendo pedazos.

Por qué este salto brusco
hacia un jardín en silencio
desde los golpes de la madre.
¿En qué me había convertido?
En un personaje que no hacía
más que aprender a leer.

Y a escribir en un pupitre
puesto a propósito en el sur
relegado hasta el fondo de la sala/país.
¿En qué me había convertido?
En un personaje parco
que se perdía en el trazo
oculto del cuadro del salón.

Ahí seguía aspirando el humo
que intenté hacer a un lado
por unas míseras monedas.
¿En dónde estaban guardadas?
Tras la cortina, en el suelo
en las extrañas coordenadas.

En ese mapa me perdía
creyendo buscar oquedades
en las tibias tardes de ese año,
en el transcurrir del primer acto
escrito aprisa, deprisa
para ser -como te anunciaba-
visto en las tablas del telón municipal.

No hay comentarios:

Publicar un comentario