domingo, 17 de julio de 2011

Paula S. Lazo

Sucios, Malditos y Violentos


Ahí estaban las palabras sobre la mesa,
solo faltaba recogerlas para poder gritarlas,
para argumentarlas, para salir y marcharlas.
Las he tomado yo y todos mis compañeros,
ahora solo faltan quienes las escuchen.

Las palabras que en las calles irrumpen como perdigones,
los bailes que hacen que el sudor sea placentero
y ese cansancio de brazos de tener las palabras escritas por sobre la cabeza.
Ahí eran las palabras, ahí se escuchan, en la calle se ven los choros.

Luego de tomar y lanzar las palabras,
no pudimos evitar recibir el rebote y el disgusto de no ser oídos.
Ahí nos quedamos cansados, pero luego continuamos y esta vez más fuerte,
para que sin escrúpulos los gases te revuelvan el estomago y los lagrimales,
para que el agua sucia de lucros y más mierda te enjuague el pelo de alguna esencia a frutas,
para que el olor de un animal mecánico se te impregne en los pañuelos y en los zapatos
y que se meta en tus cavidades nasales para no salir de ahí por un buen rato.

Ahora las palabras ya no sirven ¿verdad?
Ahora sabes que el dialogo no vasta.
Sí, ahora lo sabíamos.

Ahora eran ellos los malditos, ellos los violentos, ellos los sucios.
Nosotros sucios de las mentiras de la tele, Violentos por defendernos
y malditos por tanta hipocresía que nos venden embazada para poder
comprar y ser felices.

A ti, paco y la conchetumare.

(PULGA ENCAPUCHADA)

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