domingo, 10 de julio de 2011

Camilo Brodsky

El zelota ante el discípulo



Qué sabes tú, que no

despiertas de la fiebre en medio

de una guerra de dos veces mil

con el reflejo de las hojas del bambú sobre tu piel,

donde no hay vinagre para

calmar la calentura de tu cuerpo ni agua

para sosegar tu sed



si tan sólo no tuviera el rastro, la

estela del amor, el ojo

de Dios sobre la nuca, este silencio

retumbando en mi cabeza como

arena en un reloj de cuero;



estas manos listas a empuñarlo todo



estos ojos



hoyos secos en mi cara que te miran

preguntando por el brillo de los tuyos.

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